domingo, 1 de mayo de 2011

EL INMENSO AMOR DE MAMA GALLINA

En una noche de tormenta, tan intensa que ni los animales de la granja podían salir a buscar sus alimentos, todos se reunieron alrededor de las vacas para recibir su calor. Mientras ellas respiraban todos se calentaban con su aliento, pero para que permanecieran tranquilas debían amenizarles con suculentas historias, de lo que en la granja sucedía. Y cuando las conversaciones perdían interés, las vacas se incomodaban y a cada movimiento todos salían despavoridos a buscar otro cobijo por miedo a morir aplastados.

Esa noche, que ahora quiero mencionaros, las conversaciones se movían entre los coqueteos de la nueva oca ante los patos que hacía que las patas la odiaran hasta el punto de querer convertirla en paté; el brioso crecimiento de los potrillos de la yegua mayor, que no paraban de hacer cabriolas en el aire como locos, haciendo la delicia de todas las madres; y como, ahora, el gallo Kiriquillo cantaba como nunca antes lo había hecho y había conseguido además, ser feliz.

El tiempo había pasado rápidamente entre tanta conversación y ahora la mayoría de los animales habían empezado a aquietarse y llevados por el calorcito empezaban a quedarse dormidos, cuando la vaca Paca prestó atención a la conversación de tres gallinas. Comentaban acaloradamente cual de las tres era más eficiente con la educación de sus pequeños.

-        Yo, siempre tengo a mi pequeño pollito debajo del ala.- dijo la primera gallina- Le doy todo lo que necesita, para que no tenga que exponerse a los enormes peligros de la vida. El no necesita ir a picotear entre las piedras en busca de gusanitos, porque podía ser pisado por las altas yeguas. No necesita ir a beber al abrevadero pues podría desaparecer entre las fauces de los hambrientos cerdos. Y acabaré diciendo que el no necesita nada, absolutamente nada, que yo no pueda ofrecerle. Así me aseguraré que llegue sano y feliz a la edad adulta.- Hizo un gesto inflando su buche y agregó- Y se que no me equivoco.

-        No comparto tu opinión – aseveró la segunda gallina- llegará un momento en que tu no estés a su lado y entonces el no sabrá valerse por si mismo. Yo, por el contrario pienso que cada cual debe ser un ser independiente por eso desde que mis pollitos salieron del cascaron, le dejé solos en la granja para que aprendieran a buscar ellos mismos su propio alimento, que salieran por si solos de los problemas que la vida les ponga y además no solo he conseguido que sean independientes para abastecer sus necesidades, además han aprendido a no necesitar nunca nada de nadie emocionalmente. ¿O acaso les habéis visto alguna vez acercarse a algún animal de la granja? – ahuecó las alas orgullosamente y añadió- Por eso puedo asegurar que la que está en lo cierto soy yo.

-        ¿Y tu?- le dijo la primera gallina; a la que pacientemente había estado escuchando.- ¿Y tú que opinas? Dinos! ¿cual de las dos tiene razón?, dinos cual de las dos conseguirá que su pequeño retoño llegue sano y feliz a la edad adulta.

-        Yo, no se que será lo mejor. – dijo pacientemente la gallina Angelina, con la tranquilidad que da la sabiduría.- Yo nunca me pregunté como debía educar a mis tres pequeños.

-        Yo os lo voy a decir - dijo la vaca Paca. Ella les animó a que buscaran su alimento, y los observó de cerca hasta que lo hicieron por si solos, esquivando las largas patas de las yeguas y las bocas de los cerdos. Les escuchó, cuando algo les preocupó y les invitó a que buscaran la respuesta en su corazón. No se la dio ella, pues sabía que la mejor respuesta habita siempre en tu interior y la debes encontrar tu solo. Unas veces sus pequeños se equivocaron y otras acertaron en la decisión, pero ella siempre les apoyó en la decisión tomada. Y les escuchó sus consejos cuando la equivocada fue ella, pues se permitía con amor reconocerse equivocada cuando lo estaba.

-        No se si lo hice bien o mal – apuntó Angelina - ellos volaron cuando necesitaron volar y volvieron cuando alguno de nosotros, necesito del otro.

-        ¿Y tu porque estás tan segura que eso es lo mejor? –Preguntó enojada una de las orgullosas gallinas a la entrometida vaca.

-        Yo no lo digo, lo deduje de la conversación que tenían vuestros propios pollitos al otro lado de mi enorme barriga. Al preguntarse que era lo que más deseaban. Tu pequeño retoño dijo, quisiera poder tener las alas de un cisne para volar lejos, muy lejos, donde nadie me vigile. El segundo dijo, yo desearía ser huevo otra vez, para tener siempre el calor de mi madre y no tener tanta responsabilidad sobre mi pequeña espalda. La pequeña hija de Angelina, dijo que su mayor deseo seria, que su madre supiese, cuanto valoraba todo lo que había hecho por ella y sus hermanos, sin que ella le diera importancia. Deseaba que supiera cuanto había aprendido de su madre en la vida y que se había convertido en el mejor espejo donde verse reflejada. Y que aunque no fuese capaz de decírselo con palabras, deseaba que algún día ella lo supiera, de alguna forma, de algún modo.




Dedicado a mi mama gallina
Felicidades a todas las mamas
Porque mi mayor deseo es que sepas
Lo que siento por ti






 Autora: Nuria L. Yágüez


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